Hervor
Reposaba en un lugar fresco, cuando unas manos la tomaron desprevenida. En sólo un instante comenzó a sentir un calor que la ahogaba. Su cuerpo se consumía a borbotones y su estructura poco a poco se debilitaba. Antes de que pudiera darse cuenta, la zanahoria despertó trozada, dentro de una gran fuente y formando parte de la ensalada rusa.
Cambio de sexo
Desde que nació supo que el cuerpo que tenía no era el que deseaba; renegaba de la naturaleza y su tonta sabiduría.
Harto de todo, rompió su promesa de ahorro y se dirigió al centro de estética más cercano. Mediante una depilación definitiva láser, el durazno llegó a ser el pelón que toda la vida llevó dentro.
Llanto
Ella, acariciándole suavemente la cara llegó hasta su boca. Con sólo sentirla en su lengua, él recordó cuán salada sabía la tristeza.
Gualicho
Le habían dicho que si enterraba dos cebollas en su jardín la recuperaría. Ella pasó una semana llorando desconsoladamente. Nadie sabía a qué podía deberse, pero las lágrimas brotaban de sus ojos sin contención alguna. La internaron de urgencia con un cuadro de deshidratación severo; al día siguiente murió. Él finalmente recuperó su casa.
Empacho
El doctor lo hizo recostar sobre la camilla y le palpó el hígado, luego sacó de su bata blanca el oftalmoscopio y descubrió la presencia de bilis en su mirada. Todo confirmaba su sospecha, pero aun así decidió hacer una última revisión.
-Repita lo que le vaya diciendo: excepción-
-Ecsepsion-
-Llovizna-
-Yobisna-
-Hombría-
-Onvria-
-Bueno, usted está intoxicado: indigestión con sopa de letras. Dieta líquida y reposo ¿Necesita certificado?-
Siesta
Valeria lo había soñado riendo a la sombra de un naranjo. Despertó con una acidez insoportable.
Descomposición
Me tenés podrida, dijo ella. Él no pudo más que dar vuelta la cara; su aliento era nauseabundo.
Virginidad
La princesa se arrodilló y tomó al sapo entre sus manos. Cuando sus labios estaban a punto de besarlo para convertirlo en príncipe, decidió comérselo. Creyó que así, por primera vez, lograría sentir lo que es tener un hombre dentro.
María Belén Turrin, 22 años. Quilmeña de nacimiento, pastelera y actual estudiante de redacción publicitaria. Trabaja desde los 18 como empleada administrativa y hace tortas de boda cuando el tiempo se lo permite. Su debilidad: la música, los músicos y los medallones de menta bañados en chocolate.
Etiquetas: Cuentos breves, María Belén Turrín
10 febrero 2010 a las 12:55 pm |
Buenos cuentos, en especial el que lleva por titulo Siesta.
Ojala que sigas escribiendo.