Con este texto, la escritora cubana Laidi Fernández de Juan acaba de ganar, en Santa Clara, Cuba, el premio Crónica de Oro en el Encuentro Nacional de Cronistas Crónicos.
Felicitaciones, Laidi!!
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A Nancy
Cuando salimos de la Isla del ardiente sol, además del traslado físico del cuerpo, suceden muchas otras cosas. Recibir cariño de amistades de toda la vida, que hoy viven fuera, funciona como un alivio de difícil descripción, y ha de admitirse que es casi imposible evitar sentimentalismos. Esa amiga que nos recibe en un lugar desconocido por nosotras con el mismo ardor de cuando éramos niñas inocentes, felices e indocumentadas, acaricia heridas, y se alcanza algo parecido a la felicidad. Lágrimas, hipos, abrazos y besos incluidos en aeropuertos igualmente desconocidos, conforman solo el inicio de la aventura que nos espera. Los primeros días son los más agitados, entre preguntas, relatos y todo aquello que significa actualizarse: “¿Te acuerdas de…?”; “Si vieras ahora…”; “¿Cómo has podido…?”; “¿Y tú, cómo puedes tú…?”; ¿Eres feliz de verdad, de verdad?”; “¿Y tú, acaso lo eres tú?” y largas charlas que más o menos satisfacen curiosidades inevitables, luego ceden paso a recorridos con vistas hermosísimas. Paisajes diferentes a los nuestros, fenómenos de la naturaleza marina y boscosa, joyas arquitectónicas modernas, impresionantes edificios que en cualquier momento tocarán las nubes, carros que nos parecen supersónicos, comidas deliciosas y un ambiente relajado y asombroso a la vez, poco a poco logran el milagro de apaciguarnos ansiedades, angustias, dolores.
Acudir a las tiendas, es parada obligatoria. Comprar “lo que se pueda” es un acto del cual no nos gusta hablar, pero que todos hacemos. Mi buen amigo Doimeadiós, en su inolvidable espectáculo “Aquicualquier@”, lo demostró como nadie. Dice: “Nos llevan al Prado, al Reina Sofía, y en lugar de disfrutar de los enanos de Goya, de Las Meninas, o del Guernica, nuestra mente va repitiendo zapatos… zapatos… zapatos bajitos para abuela, con cordones (more…)