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Gabriel García Márquez: crónica sobre Shakira

9 mayo 2023

En junio de 1999 apareció esta crónica de Gabriel García Márquez sobre Shakira. Publicada en la revista Cambio, es un soberbio ejemplo de escritura del Nuevo Periodismo.

Si no canto me muero

Shakira voló de Miami a Buenos Aires el lunes primero de febrero, perseguida por un periodista que quería hacerle por teléfono una sola pregunta para un programa de radio. Por motivos diversos, aunque naturales en los oficios de ambos, no pudo alcanzarla en los veintisiete días siguientes, hasta que le perdió la pista en España en la primera semana de marzo. Lo único que le quedó al periodista fue el argumento y el título del reportaje: «¿Qué está haciendo Shakira cuando nadie la encuentra?». Shakira, muerta de risa, lo explica agenda en mano: «Estoy viviendo».

Había llegado a Buenos Aires en la tarde del primero de febrero, y trabajó el martes hasta pasada la medianoche, sin tiempo para celebrar aquel día sus veintidós años. El miércoles regresó a Miami, donde hizo una larga sesión de fotos para publicidad, y grabó varias horas para la versión en inglés de su último disco. Al día siguiente, viernes, continuó la grabación desde las dos de la tarde hasta el amanecer del sábado, durmió tres horas, y siguió grabando hasta las tres de la tarde. Esa noche durmió unas pocas horas y el domingo temprano voló a Lima. Allí grabó un programa el lunes al mediodía, hizo una presentación en vivo, participó a las cuatro de la tarde en un programa comercial y estuvo hasta la madrugada en una fiesta de promoción. Al día siguiente, 9 de febrero, concedió once entrevistas de media hora cada una para radio, televisión y prensa, desde la diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, con una pausa de una hora para almorzar. Debía llegar de urgencia a Miami, pero a última hora tuvo que improvisar una escala en Bogotá para una visita de consuelo a los damnificados del terremoto de Armenia. Esa noche alcanzó su último avión para Miami, donde ensayó cuatro días para compromisos en España y París. También sacó tiempo para trabajar con la cantante Gloria Estefan en la traducción inglesa de sus discos, desde el almuerzo del sábado hasta las cuatro y media de la madrugada del domingo. Volvió a su casa con las primeras luces, se tomó un café con un pan y se acostó a dormir vestida. Una hora y media después la despertaron para una serie de entrevistas por radio que ya tenía comprometidas. El martes 16, ya en Costa Rica, hizo una presentación en vivo. El jueves 18 viajó a Miami y a Caracas, y allí participó en el programa Sábado Sensacional. Apenas durmió, pues el 21 tuvo que volar de Venezuela a Los Ángeles para asistir a la entrega de los premios Grammy, con la esperanza de ser una de las escogidas, pero la pesada de los Estados Unidos barrió con los premios grandes. No se amilanó: el 25 dio el salto a España, donde la esperaban para trabajar el 27 y el 28 de febrero. El primero de marzo, cuando por fin pudo dormir una noche completa en un hotel de Madrid, había volado tanto como una azafata profesional: más de cuarenta mil kilómetros en un mes. Los compromisos que Shakira hace en tierra firme no son menos traumáticos. Entre músicos, iluminadores, tramoyistas e ingenieros de sonido, el equipo que viaja con ella es una escuadra de combate. Ella se ocupa de todo en persona. No sabe leer música, pero en los ensayos está pendiente de cada instrumento, con un sentido crítico severo y un oído privilegiado que le permiten interrumpir un ensayo para coordinar la nota exacta con sus músicos. No solo colabora con ellos en el escenario sino que se preocupa por la suerte personal de cada uno. Muy pocas veces se deja ver el cansancio, pero no hay que engañarse. En una serie de cuarenta conciertos que hizo en Argentina no dio una mínima muestra de fatiga, pero en los últimos alguien la esperaba en entre bambalinas para llevarla cargada hasta la camioneta. En diversas ocasiones ha tenido taquicardias, inflamación del colon, o alergias de la piel.

Esta situación se ha agravado con los arduos preparativos de la versión inglesa de “¿Dónde están los ladrones?” para los Estados Unidos, con la afortunada colaboración de Emilio Estefan y su esposa, Gloria, que son productores actuales de sus discos. Es una de las presiones fuertes que Shakira ha sufrido en su vida. Habla un inglés de uso diario, pero ha tenido que someterlo a prácticas agotadoras para depurar su acento, y está tan obsesionada que a veces sigue hablándolo mientras duerme. En vísperas de su estreno hizo una crisis de fiebres durante toda la noche y no durmió más de una hora. «Fue uno de los momentos más extenuantes de mi vida», dice. «Lloré casi toda la noche pensando que no iba a ser capaz».

¿De qué se extraña? Shakira parece haber olvidado demasiado pronto que ese vértigo indomable nació con ella, y quiera Dios que la acompañe hasta su más tierna vejez. Es la hija única de un conocido joyero de Barranquilla, don William Mebarak, y su esposa, doña Nydia Ripoll, una familia de ascendencia árabe tutelada por los ángeles de las artes y las letras. La precocidad descomunal de Shakira, su genio creativo, su voluntad de granito y una ciudad natal propensa a la invención artística solo podían ser los gérmenes de un tan raro destino. Sus primeros años parecen saltos de décadas. Sus cronistas aseguran que a la edad de diecisiete meses recitaba el abecedario, a los tres cantaba los números, a los cuatro bailó la danza del vientre sin maestro en una escuela de monjas de Barranquilla, donde un funcionario sibarítico de los años treinta quiso erigir un monumento consagrado al culto de Shirley Temple. A los siete años, Shakira había compuesto su primera canción. Entre los ocho y los diez escribió sus primeros versos, y sus primeras canciones con letra y música originales. Por la misma época firmó su primer contrato para entretener a los obreros en las minas de carbón de El Cerrejón, en la alta Guajira. Aún no había comenzado bachillerato cuando una empresa disquera le grabó su primer disco. «Siempre estuve muy familiarizada con mi capacidad de crear —dice—, recitar poemas de amor, empecé escribiendo cuentos y sacaba muy buenas notas, excepto en matemáticas». Sin embargo, le aburría a morir que los amigos de sus padres la obligaran a cantar en las visitas. «Prefiero una multitud de treinta mil personas que cinco gatos escuchándome cantar con la guitarra», dice. Con su rostro de niña perfecta y su engañosa fragilidad, tuvo siempre la certeza absoluta de que iba a ser un personaje público de resonancia mundial. No sabía en qué arte o en qué parte, pero no tenía una sombra de duda, como si estuviera condenada al fatalismo de una profecía.

Hoy el sueño está más que cumplido. La música de Shakira tiene una impronta personal que no se parece a la de nadie, y nadie la canta ni la baila como ella a ninguna edad con una sensualidad inocente que parece inventada por ella.

Se dice fácil: «Si no canto me muero». Pero en Shakira es cierto: si no canta no vive. Lo único que le devuelve la paz del espíritu es la soledad en medio de las muchedumbres. Una vez en el escenario no tiene el temor escénico, sino todo lo contrario: el terror de no estar allí. «Me siento —dice— como un león en la selva». Es uno de esos pocos espacios donde tiene la oportunidad real de mostrar lo que es, lo que ha sido, y lo único que será sin duda hasta la muerte. Es el caso ejemplar de una fuerza telúrica al servicio de una magia sutil. La mayoría de los cantantes se hace poner las luces de frente para no enfrentarse al fantasma de las muchedumbres. Shakira escogió lo contrario. Ha instruido a sus técnicos para que no instalen las luces fuertes contra su cara, sino que las vuelvan hacia el público, para que ella pueda verlo y vivirlo mientras canta. «La comunicación es total», dice. La muchedumbre anónima e impredecible no solo le revela entonces una complicidad del corazón que la actriz va moldeando a medida que actúa según los pálpitos de su inspiración. «Me gusta ver los ojos de la gente cuando canto para ella», dice. Algunas caras que no ha visto nunca las descubre entre el público y las recuerda para siempre como si fueran de viejos amigos. Una vez, de improviso, reconoció a alguien que había muerto desde hacía años. Y más aún: se sintió reconocida desde otra vida. «Canté toda la noche para él», dice. Son milagros secretos que hacen la gloria —y muchas veces el desastre— de grandes artistas.

El fenómeno más entrañable en la vida de Shakira es la contaminación masiva de las muchedumbres infantiles. Cuando apareció “Pies descalzos”, los publicistas decidieron promoverlo en los intermedios de los conciertos populares del Caribe. Tuvieron que cambiar de idea, porque el público juvenil se lanzaba al ruedo para bailar y cantar con Shakira y solo quería más de lo mismo para el resto de la noche. Hoy es un fenómeno digno de una cátedra magistral. Las escuelas primarias de cualquier nivel social se han convertido en donaciones masivas de Shakiras, vestidas, habladas y cantadas como ella. Más curioso aún: la fiebre más alta está en el promedio de las niñas de seis años. Las grabaciones piratas de Shakira son moneda corriente en los cambalaches de los recreos y se venden a dos por cinco en las puertas de las escuelas. Los adornos de sus cabellos, sus collares y aretes se agotan al salir, y en los mercados se venden al por mayor las anilinas para cambiarse los colores de las trenzas según la moda del día. La heroína de la escuela es la primera que aparece en clase con el disco. Los grupos de estudio más concurridos se convocan en casas particulares, y al cabo de un repaso rápido de la tarea empieza el pandemonio. Los cumpleaños son fiestas de Shakiras, en las que solo se canta y se baila a Shakira. En las más puristas —que no son pocas— no hay hombres invitados.

Es difícil ser lo que Shakira es hoy en su carrera, no solo por su genio y su juicio, sino por el milagro de una madurez inconcebible a su edad. Cuesta trabajo entender semejante poder de creación compatible con sus trenzas negras de ayer, las rojas de hoy, las verdes de mañana. El año próximo será suyo: está previsto que entrará en discos y en vivo en los vastos mercados de Europa, Estados Unidos, Asia y África, donde millones de fanáticos la esperan cantando sus canciones en numerosos idiomas. Tiene más premios, trofeos y diplomas que muchas veteranas grandes. Se ve que es como ella quiso ser: inteligente, insegura, recatada, golosa, evasiva, intensa. Barranquillera de hueso colorado, desde el mundo entero y desde las nubes de su Olimpo añora las huevas de lisa y el bollo de yuca, y una casa de techos muy altos que no ha podido comprar frente al mar, con dos caballos y mucha tranquilidad. Adora los libros, los compra, los acaricia, pero no tiene el tiempo que quisiera para leerlos. Anhela a los amigos que se le quedan en los adioses apresurados de los aeropuertos, pero sabe que no será fácil volver a verlos.

Sobre el dinero que ha ganado, dice: «Tengo menos de lo que dicen y más de lo que yo digo». Su sitio predilecto para oír música es el automóvil cerrado, a todo volumen, sin molestar a nadie. «Es el lugar ideal para hablar con Dios, hablar conmigo misma, tratar de entender», dice. Confiesa que odia la televisión. Dice que su contradicción más grande es creer que existe la vida eterna pero siente el terror insoportable de la muerte, por la pérdida de los sentidos.

Hubo épocas en que concedió hasta cuarenta entrevistas diarias sin repetirse. Tiene ideas propias sobre el arte, la vida terrenal y la eterna, la existencia de Dios, el amor o la muerte. Sin embargo, sus entrevistadores y publicistas ocasionales se han empeñado tanto en que las explique, que la han vuelto experta en respuestas fugitivas, más útiles para escamotear que para revelar. Rechaza toda idea relacionada con la fragilidad de su fama, y la exasperan las versiones de que puede perder la voz por sus supuestos abusos. «En plena luz del mediodía —dice Shakira— no quiero pensar en el ocaso». De todos modos, los especialistas lo ven como un riesgo improbable, pues su voz tiene una colocación natural capaz de sobrevivir a sus excesos. Ha tenido que cantar agotada por las fiebres, ha perdido el conocimiento por cansancio, pero nunca ha sufrido la mínima alteración de la voz.

«La peor frustración de un cantante —dice con su impaciencia final de entrevistada— es haber escogido la carrera de hacer música y no hacer más música todos los días por estar haciendo entrevistas». Su tema más resbaladizo es el amor. Lo exalta, lo idealiza, y es el alma y razón de sus canciones, pero lo elude con humor en la charla personal. «La verdad —dice a carcajadas— es que le tengo más miedo al matrimonio que a la muerte». Acepta de buen talante haber tenido cuatro novios visibles, y por lo menos tres en la penumbra. Llama la atención que parece haber tenido los que correspondían a su edad, pero ninguno a la altura de su madurez. En cambio, el cantante puertorriqueño Oswaldo Ríos, el mayor de todos, parece haber sido el menos maduro. Shakira habla de ellos con afecto pero sin dolor, y parece recordarlos como a seis fantasmas efímeros que uno tras otro se le habían ido quedando colgados en el ropero. Por fortuna, no hay motivos para desesperar: el próximo 2 de febrero, bajo el signo de acuario, Shakira cumplirá —apenas— sus primeros veintitrés años.

El «hygge», la receta danesa para la felicidad, por Karina Hovaghimian

24 marzo 2023

Una cena entre amigos, un chocolate caliente frente a la chimenea, una tarde lluviosa de Netflix, estos momentos deliciosos que ofrecen bienestar y confianza tienen un nombre en Dinamarca: hygge. Una filosofía de vida bastante eficaz ya que el país escandinavo encabeza hace ya varios años la lista de países más felices del mundo, según el World Happiness Report publicado por las Naciones Unidas. Entonces, ¿la felicidad se encuentra en un par de medias gruesas de lana?

¿Se trata de sobrevivir al invierno? En los Estados Unidos existe una palabra que podría aproximarse y es una más que muchos países toman prestada del inglés. Cocooning. Sería arroparse o encerrarse a disfrutar del calorcito familiar. Sin embargo, no es una palabra que exista en muchos idiomas. Tal vez esto se debe a que en los países nórdicos el sol se escapa a las 3 pm; son períodos largos en los que las personas comparten momentos en familia o con amigos. Y el permanecer tanto en sus casas, también explica la importancia que le dan a la decoración.

¿En qué consiste entonces la receta danesa? ¿En ignorar los problemas? De ninguna manera. La propuesta es buscar más momentos hygge, de plenitud, de calidez, de compartir con nuestros seres queridos, de alegría y disfrute para luego tener la fuerza de afrontar los problemas. Sin embargo, esto no significa que los daneses no sufran la melancolía del domingo por la tarde; la diferencia es que ellos hacen un culto de los buenos momentos. Le dan tanta prioridad como en otros países se le da al deporte, a la meditación o a la lectura. Por ejemplo, en Dinamarca se ven velas encendidas en las casas pero también en los bancos, tiendas y en los colegios. Es el país de mayor consumo de velas por habitantes, 6kg por persona por año. El símbolo por excelencia de la calidez. Tal vez el hygge se fue expandiendo desde Dinamarca. Después de todo, con tantos viajeros, tarde o temprano todo llega a todos lados. Hace ya algunos años hay una corriente mundial de “disfrutadores del momento”. Quieren viajar más, trabajar desde su casa, no tener un jefe y no estar mucho en un mismo trabajo. ¿Será que estamos aprendiendo el culto al hygge?

II Foro internacional Cultura y migración

6 febrero 2020

 

+ info: slorenzano.culturaymigracion@gmail.com

La cruzada de los niños, por Jorge F. Hernández

26 septiembre 2014

CARTAS DE CUÉVANO

La Cruzada de los Niños

En 1212 un niño anónimo francés que afirmaba haber sido visitado por Jesús de Nazareth

JORGE F. HERNÁNDEZ para El País

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Entre leyendas y veras, una serie de hechos del siglo XIII –entre reales e inventados por la imaginación de boca en boca— originaron lo que se conoce como La Cruzada de los Niños. En 1212, después de la Cuarta Cruzada (mesiánica misión por reconquistar Jerusalén de manos de los musulmanes) cundió la noticia de un anónimo niño francés que afirmaba haber sido visitado por Jesús de Nazareth y escribe una serie de cartas dirigidas al rey de Francia, que decían entregó personalmente en la corte, donde pedía al monarca la organización de una Quinta Cruzada para la salvación de Tierra Santa. Se decía que el rey hizo caso omiso de la petición y que el niño, al volver a su aldea, fue nuevamente visitado por Jesús de Nazareth para designarlo como líder y responsable de una Cruzada Infantil que retomaría Jerusalén y barrios (more…)

Congreso Internacional William Shakespeare del 23 al 27 de abril

20 abril 2014

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CONGRESO INTERNACIONAL WILLIAM SHAKESPEARE

En conmemoración de los 450 años del nacimiento de William Shakespeare, del 23 a 27 de abril, se realizará este Congreso Internacional cuyas sedes principales son el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (Av. Corrientes 1543), la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (Carrera de Artes, Puán 470) y el Centro Cultural Francisco Paco Urondo de la UBA (25 de mayo 217), con la participación del Festival Shakespeare Buenos Aires. Organiza, para el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini,  el Area de Investigaciones en Ciencias del Arte (AICA), coordinada por Jorge Dubatti. Con entrada libre gratuita. El Congreso se realiza en homenaje a la actriz Elena Tasisto. Habrá conferencias, mesas redondas, proyecciones y un festival de teatro con obras basadas en textos shakespereanos. Entre los integrantes del Comité Académico (quienes tendrán además participación en el Congreso), están confirmados: Jorge Accame (Universidad Nacional de Jujuy), Ricardo Bartís (Buenos Aires), Nidia Burgos (Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca), Sofía Carrizo Rueda (Universidad Católica Argentina), Laura Cilento (Universidad Nacional Lomas de Zamora), Carlos Dimeo Alvarez  (Universidad  Marie Curie – Sklodowska, Polonia),  Teresa Espantoso Rodríguez  (Universidad de Buenos Aires), Nicolas Fabiani (Universidad Nacional de Mar del Plata), Elka Fediuk (Universidad Veracruzana, México), Alejandro Finzi (Universidad Nacional del Comahue), Marcelo Jaureguiberry (Universidad Nacional del Centro, Tandil), Mariana Gardey (Universidad Nacional del Centro, Tandil), Margarita Garrido (Universidad Nacional del Comahue), Jean Graham Jones (Universidad de New York), Graciela González de Díaz Araujo (Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza), Paola Hernández (Wisconsin University, Estados Unidos), Mauricio Kartun (Buenos Aires, EMAD y Universidad Nacional del Centro), Lucas Margarit (Universidad de Buenos Aires), Elina Montes (Universidad de Buenos Aires), Pablo Moro (Universidad Nacional del Centro, Tandil), Aldo Rubén Pricco (Universidad Nacional de Rosario), Cristina  Quiroga (Universidad Autónoma de Entre Ríos), Jorge Ricci (Universidad Nacional del Litoral), Beatriz Rizk (Miami Dade College, Estados Unidos), Luciano Suardi (Instituto Universitario Nacional de Arte), Mauricio Tossi (Universidad Nacional de Río Negro). Participarán además, entre otros,  Eli Rozik (Universidad de Tel Aviv, Israel), Sergio Amigo  (Director Artístico de The Calder Bookshop & Theatre, Londres), Miguel Montezanti (Universidad Nacional de La Plata), Cristina Piña (Universidad Nacional de Mar del Plata), Patricio Orozco (Director del Festival Shakespeare Buenos Aires), Pablo Kohan (Universidad de Buenos Aires), Carlos Fos (Presidente de la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral), Pablo Ingberg (Director de la Edición Obras Completas de Shakespeare), Gabriel Chamé Buendía (Director Teatral), Oscar Araiz (Coreógrafo, Universidad Nacional de San Martín), Ana María Stekelman (Coreógrafa), Ricardo Bartis (Director Teatral), Rafael Spregelburd (Dramaturgo, Director y Actor), Marcela Croce (Universidad de Buenos Aires), Rubén Ballester (Seminario Actuación Comparada), Graciela Sarti (Universidad de Buenos Aires), Gustavo Rádice (Universidad Nacional de la Plata), Javier Daulte (Director Teatral), Ana Alvarado (Universidad Nacional  del Arte – Universidad Nacional de San Martín).

Prensa: Silvina Pizarro  // Tels.: 66983515 // 1550448132 // pizarrosilvina@gmail.com.

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La música del azar, de Paul Auster, en versión de Gabriela Izcovich

7 febrero 2013

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DOMINGO, 3 DE FEBRERO DE 2013

TEATRO: LA MUSICA DEL AZAR, DE PAUL AUSTER, POR PRIMERA VEZ AL TEATRO, EN VERSION DE GABRIELA IZCOVICH

MANUAL DE PERDEDORES

Paul Auster nunca había cedido los derechos para adaptar una de sus novelas al teatro. Inesperadamente –o no tanto– acaba de hacerlo en Argentina y con La música del azar, uno de sus libros más emblemáticos, que ya tiene una versión cinematográfica. La teatrista elegida para la adaptación es una experta: Gabriela Izcovich, quien ya se salió con la suya en puestas como Intimidad, de Hanif Kureishi, Nocturno hindú, de Tabucchi, Terapia de David Lodge, y La venda, de Siri Hustvedt, (more…)

Ambrose Bierce y «El diccionario del diablo»

6 febrero 2013

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Cinismo vs. Poder: Ambrose Bierce y “El diccionario del Diablo”

Por Estanislao M. Orozco | Revista de letras | 28.01.13

 

Ambrose Bierce, con diecinueve años, se alistó como voluntario en el ejército de la Unión, incorporándose al noveno regimiento de Infantería de Indiana. La Guerra de Secesión (1861-1865) le ofreció el espectáculo de una humanidad estúpida y cruel y, como resultado, el joven soldado quedó estremecido por la capacidad de los seres humanos para buscar con avidez la manera de masacrar a sus semejantes con mayor eficacia.

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Además, fue un hombre marcado por una infancia repleta de represiones junto a sus doce hermanos (él fue el décimo de los trece (more…)

Ocho viajes con Simbad, de la escritora norteamericana Siri Huvstedt

21 noviembre 2011

Cuando Simbad se hizo mujer

El fotógrafo iraní Reza ilustra la reinvención de los viajes del marino en el último trabajo de la escritora estadounidense Siri Hustvedt

La habilidad de Siri Hustvedt con las formas literarias convierte a Simbad en un marinero de la poesía, el cine, el ensayo científico, el diálogo y así hasta completar tantos géneros como mares surcó, en Ocho viajes con Simbad. La escritora norteamericana (Northfield, Minnesota, 1955) recibió en mayo el encargo de la editorial La Fábrica para ser parte de una serie de libros ilustrados que inauguraron Vargas Llosa y Miguel Delibes. «Me dieron (more…)

Sarah Glidden y su novela gráfica «Una judía americana perdida en Israel»

22 mayo 2011

La autora descubrió la complejidad de la situación en Oriente Medio

Vivimos tiempos de cómics autobiográficos y de reportajes periodísticos en viñetas. Cada vez más, la realidad y los grandes acontecimientos históricos invaden el mundo del noveno arte. Como en toda moda, el exceso ha provocado que ya se acumulen en las librerías decenas de tomos plomizos que empobrecen el lenguaje del cómic al convertirlo en una aburridísima herramienta de divulgación. Por suerte, algunas obras escapan de esa trampa y seducen, entre otros méritos, por su honradez y por culminar con éxito un reto ambicioso. La excelente novela gráfica Una judía americana perdida en Israel (Norma), de Sarah Glidden (Boston, Estados Unidos, 1980), pertenece sin duda al bando de los aciertos. Su autora demuestra que tiene bien aprendida la lección de clásicos contemporáneos y pioneros como Maus, de Art Spiegelman; Persépolis, de Marjane Satrapi; los reportajes de Joe Sacco o los cuadernos viajeros de Guy Delisle.

«Es el relato de una persona curiosa, no un ejercicio de periodismo», afirma

En su aplaudido debut, que le valió el premio Ignatz al mejor nuevo talento, Glidden nos brinda unas memorias que relatan uno de los episodios que más le han marcado. Se trata de un viaje que realizó a Israel en 2007 (more…)

arteBA’10 – Programa Prime Time Auditorio: 25 al 28 de junio

2 junio 2010

arteBA’10 – Programa Prime Time Auditorio

Bicentenarios: después de la invención

Se ha sostenido que América Latina no fue descubierta y conquistada, sino inventada por los colonizadores europeos que arribaron en los siglos XV y XVI. Nuestra aproximación a la celebración de los bicentenarios de la independencia de un conjunto de naciones que se separaron de la metrópoli española en el siglo XIX para ser libres y autodeterminadas parte de la dificultad de pensar hoy en la idea de nación como una definición estable y unificadora. Aun reconociendo los vínculos creados por un pasado colonial y una lengua comunes e identificando los problemas compartidos por el hecho de ser sociedades periféricas, estos factores no resultan operativos para homogeneizar las enormes diferencias de países rubricados bajo el término geopolítico de Latinoamérica.

Una vez detectadas estas dificultades, consideramos una serie de tópicos debatidos en las artes visuales del final del siglo XX (more…)