Veamos cuán lejos estamos de la vida en Nicoya (Costa Rica), Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón), Loma Linda (EE.UU.) o Ikaria (Grecia) donde la gente “olvida morir”.

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Hace más de 10 años, Dan Buettner, explorador del National Geographic, recorre el mundo buscando centenarios. Así es como descubre cinco lugares sobre la Tierra donde la esperanza de vida es llamativamente alta: las zonas azules. ¡Bienvenidos al mundo de los super centenarios!
En el año 2000 Dan Buettner, el Dr. Gianni Pes de la Universidad de Sassari en Italia y el Dr. Michel Poulain, demógrafo belga, descubren que la provincia de Nuoro en Cerdeña tiene la mayor concentración de hombres centenarios del mundo; marcan esa zona con tinta azul en el mapa definiéndola como la “zona azul”.
“Las personas no solo alcanzan los 100 años, sino que lo hacen con mucha vitalidad. He visto hombres de 102 años ir a trabajar en bicicleta, cortando madera y capaces de superar a un hombre 60 años más joven que ellos.” Dan Buettner.
Más tarde, identificaron otras poblaciones con los mismos índices de longevidad. Así, descubrieron que las mujeres de mayor edad del mundo están en la isla japonesa Okinawa; que, en la península de Nicoya en Costa Rica, son 100.000 las personas con una tasa de mortalidad inferior a la normal; que en Loma Linda, California, existe una comunidad religiosa donde la esperanza de vida sobrepasa la media americana por 10 años; por fin, los habitantes de Ikaria en Grecia, alcanzan los 90 años a una tasa dos veces y media superior a la de los norteamericanos. Lo más llamativo es que estos isleños griegos viven de 8 a 10 años más, sin padecer cáncer o enfermedades cardiovasculares y sufriendo menos depresión y demencia al envejecer.
A Dan Buettner, como a mí, nos interesa particularmente los puntos en común que tienen estas culturas alejadas geográficamente y así conocer la “receta mágica” de su longevidad. Tal vez no todos quieran llegar a los 100 pero… ¿quién no quiere envejecer sano?
La primera similitud entre estas poblaciones, es que no hacen deportes en el sentido occidental de la palabra. No se encierran en un gimnasio tres veces por semana y al salir dicen: “¡uf, cumplí!”. En su lugar, sus vidas están organizadas de manera que hacen actividad física constantemente. Las mujeres de Okinawa se levantan, se agachan y se sientan en el piso unas 30 o 40 veces por día. Los Sardos viven en casas verticales, suben y bajan las escaleras diariamente; suelen ser pastores, por lo cual se pasean con sus rebaños. Los centenarios de Costa Rica, en Nicoya, trabajan largas horas en las tierras de las granjas o en los bosques. Todas estas poblaciones caminan regularmente, actividad que ya está comprobado que impide el deterioro cognitivo. Además, todos tienen un jardín que mantener.
¡Vamos, a ponernos las pilas! ¿Quién no ha esquivado una escalera, subido a un ascensor por un solo piso o buscado el estacionamiento más cercano al lugar de destino; quién no ha tomado un taxi por unas cuadras o usado la bicicleta de perchero?
Hay más aspectos en común. Aquí viene el gran tema, tal vez el más complicado… La alimentación. La investigación sobre las Zonas Azules ha descubierto que a pesar de las diferencias alimenticias de base en cada zona por razones geográficas y culturales, todas tienen puntos en común. Y aquí se nos complica a varios de nosotros… En las cinco zonas azules, los alimentos consumidos son locales, naturales y no procesados. Bueno, tranquilos, siempre algo se puede hacer. Los quesos Sardos están hechos gracias a cabras que se alimentan de pasto y no de maíz industrial. Y tal vez lo próximo los anime más, pero con moderación, hic… Beben uno o dos vasos de alcohol por día: vino tinto local en Cerdeña y la isla griega de Ikaria y saké en Okinawa, a excepción de la comunidad religiosa de California donde casi nadie bebe alcohol. ¡Bienvenidos los antioxidantes!
Otro punto importante es no comer hasta reventar. En Japón, antes de cada comida dicen “Hará Hachi Bu” que significa “coma al 80% de su capacidad”. En efecto, ya sabemos que el cerebro tarda 20 minutos en enviar la señal al estómago de que su necesidad fue saciada. El “Hará Hachi Bu” ayuda a los japoneses a comer hasta que no tengan hambre y no hasta que estén llenos. Esta filosofía de hace 3.000 años, logra que los habitantes de Okinawa consuman solamente 1.900 calorías por día, mucho menos que las 2.358 que consumimos las poblaciones occidentales. Probemos poner un freno y dejar que la información que llega al cerebro sea “sacié mi hambre” y no “estoy a punto de explotar”.
Hablemos del estrés. Este tema también es complicado para Occidente.
Lejos del ritmo de vida desenfrenado de nuestras sociedades modernas, estas poblaciones se toman el tiempo para desacelerar. Además, los Sardos y los adventistas (la comunidad religiosa californiana), rezan cotidianamente mientras que, en Okinawa, veneran a sus ancestros. Los habitantes de Nicoya, en Costa Rica, hablan del “plan de vida” para describir el sentido de la vida. En la isla de Okinawa, los días transcurren al ritmo de un concepto espiritual que tal vez hayan oído: “ikigai”, la razón por la cual nos levantamos cada mañana, el sentido de nuestra vida. El “ikigai” tiene cuatro ingredientes importantes: lo que nos gusta, lo que sabemos hacer bien, lo que el mundo necesita y lo que se puede monetizar. Si podemos juntar los cuatro, encontramos nuestro “ikigai”. Es decir que la espiritualidad ocupa un lugar importante en sus vidas.
Otro punto interesante es el concepto de, “para vivir mejor, vivamos juntos”. De hecho, las relaciones sociales son el pilar central de todas estas comunidades centenarias. Culturalmente, en las cinco poblaciones, la vejez es valorada por la sabiduría que aporta.
“Sus familias están antes que todo, cuidan a sus hijos y a los mayores. Forman parte de comunidades religiosas, lo que agrega entre 4 y 14 años de vida si usted asiste cuatro veces por mes. Pero lo más importante, es que pertenecen a una buena tribu. Sea que hayan nacido en una o que se rodeen deliberadamente de buenas personas.” Dan Buettner
En Cerdeña y en Costa Rica, la tradición cultural celebra las personas de edad y las mantiene comprometidas dentro de la comunidad y en las familias. Preservar a los ancianos dentro del núcleo familiar no solo los beneficia a ellos, sino también a los nietos que tienen una tasa de mortalidad y enfermedad más baja estando vigilados.
En fin, para vivir más tiempo y bien, no es necesario hacer un régimen de seis meses o esperar que el progreso tecnológico nos transforme en cyborgs resistentes a todo. Sepamos rodearnos de amigos fieles e inspiradores que nos alienten a lanzarnos a modos de vida energéticos y resilientes.
“Si lo piensan bien, la amistad es una aventura a largo plazo y es, sin duda, lo más importante que podemos hacer para agregar años a su vida y vida a sus años.” Dan Buettner

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