I
“Además, nunca fui excesivamente desgraciado porque no tengo imaginación”.
III
“Visité, siguiendo el orden clásico, París, la trivial Suiza, Londres, los tristes lagos de Escocia; levanté mi tienda frente a las sagradas murallas de Jerusalén, y desde Alejandría hasta Tebas recorrí el extenso Egipto, monumental y triste como el corredor de un mausoleo. Conocí el mareo en los vapores, la monotonía en las ruinas, la melancolía en las multitudes desconocidas, de las desilusiones en los bulevares parisienses, y mi mal interior fue creciendo”.
EÇA de QUEIROZ, José Mª (1879). El Mandarín. Colombia, Ediciones Nuevo Siglo.