Un soldado argentino que regresaba de las islas Malvinas al término de la guerra llamó a su madre por teléfono desde el regimiento de Palermo, en Buenos Aires, y le pidió autorización para llevar a casa a un compañero mutilado cuya familia vivía en otro lugar. Se trataba –según dijo– de un recluta de diecinueve años que había perdido una pierna y un brazo en la guerra y que además estaba ciego. La madre, feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado y se negó a aceptarlo en su casa. Entonces el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro: el supuesto compañero era él mismo que se había valido de aquella patraña para averiguar cuál sería el estado de ánimo de su madre al verlo llegar despedazado.
Extraído de la Antología de Microrrelatos En frasco chico, seleccionada por Silvia Delucchi y Noemí Pendzik, Buenos Aires, Ed. Colihue, 2004.
Gabriel García Márquez (Colombia, 1928-México, 2014). Publicado en “Las Malvinas, un año después”, en Notas de prensa (1980-1984). Buenos Aires, Sudamericana, 1992.
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17 abril 2015 a las 1:56 am |
real
2 abril 2020 a las 11:12 pm |
muy trite la historia