Gabriel García Márquez: crónica sobre Shakira

9 mayo 2023

En junio de 1999 apareció esta crónica de Gabriel García Márquez sobre Shakira. Publicada en la revista Cambio, es un soberbio ejemplo de escritura del Nuevo Periodismo.

Si no canto me muero

Shakira voló de Miami a Buenos Aires el lunes primero de febrero, perseguida por un periodista que quería hacerle por teléfono una sola pregunta para un programa de radio. Por motivos diversos, aunque naturales en los oficios de ambos, no pudo alcanzarla en los veintisiete días siguientes, hasta que le perdió la pista en España en la primera semana de marzo. Lo único que le quedó al periodista fue el argumento y el título del reportaje: «¿Qué está haciendo Shakira cuando nadie la encuentra?». Shakira, muerta de risa, lo explica agenda en mano: «Estoy viviendo».

Había llegado a Buenos Aires en la tarde del primero de febrero, y trabajó el martes hasta pasada la medianoche, sin tiempo para celebrar aquel día sus veintidós años. El miércoles regresó a Miami, donde hizo una larga sesión de fotos para publicidad, y grabó varias horas para la versión en inglés de su último disco. Al día siguiente, viernes, continuó la grabación desde las dos de la tarde hasta el amanecer del sábado, durmió tres horas, y siguió grabando hasta las tres de la tarde. Esa noche durmió unas pocas horas y el domingo temprano voló a Lima. Allí grabó un programa el lunes al mediodía, hizo una presentación en vivo, participó a las cuatro de la tarde en un programa comercial y estuvo hasta la madrugada en una fiesta de promoción. Al día siguiente, 9 de febrero, concedió once entrevistas de media hora cada una para radio, televisión y prensa, desde la diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, con una pausa de una hora para almorzar. Debía llegar de urgencia a Miami, pero a última hora tuvo que improvisar una escala en Bogotá para una visita de consuelo a los damnificados del terremoto de Armenia. Esa noche alcanzó su último avión para Miami, donde ensayó cuatro días para compromisos en España y París. También sacó tiempo para trabajar con la cantante Gloria Estefan en la traducción inglesa de sus discos, desde el almuerzo del sábado hasta las cuatro y media de la madrugada del domingo. Volvió a su casa con las primeras luces, se tomó un café con un pan y se acostó a dormir vestida. Una hora y media después la despertaron para una serie de entrevistas por radio que ya tenía comprometidas. El martes 16, ya en Costa Rica, hizo una presentación en vivo. El jueves 18 viajó a Miami y a Caracas, y allí participó en el programa Sábado Sensacional. Apenas durmió, pues el 21 tuvo que volar de Venezuela a Los Ángeles para asistir a la entrega de los premios Grammy, con la esperanza de ser una de las escogidas, pero la pesada de los Estados Unidos barrió con los premios grandes. No se amilanó: el 25 dio el salto a España, donde la esperaban para trabajar el 27 y el 28 de febrero. El primero de marzo, cuando por fin pudo dormir una noche completa en un hotel de Madrid, había volado tanto como una azafata profesional: más de cuarenta mil kilómetros en un mes. Los compromisos que Shakira hace en tierra firme no son menos traumáticos. Entre músicos, iluminadores, tramoyistas e ingenieros de sonido, el equipo que viaja con ella es una escuadra de combate. Ella se ocupa de todo en persona. No sabe leer música, pero en los ensayos está pendiente de cada instrumento, con un sentido crítico severo y un oído privilegiado que le permiten interrumpir un ensayo para coordinar la nota exacta con sus músicos. No solo colabora con ellos en el escenario sino que se preocupa por la suerte personal de cada uno. Muy pocas veces se deja ver el cansancio, pero no hay que engañarse. En una serie de cuarenta conciertos que hizo en Argentina no dio una mínima muestra de fatiga, pero en los últimos alguien la esperaba en entre bambalinas para llevarla cargada hasta la camioneta. En diversas ocasiones ha tenido taquicardias, inflamación del colon, o alergias de la piel.

Esta situación se ha agravado con los arduos preparativos de la versión inglesa de “¿Dónde están los ladrones?” para los Estados Unidos, con la afortunada colaboración de Emilio Estefan y su esposa, Gloria, que son productores actuales de sus discos. Es una de las presiones fuertes que Shakira ha sufrido en su vida. Habla un inglés de uso diario, pero ha tenido que someterlo a prácticas agotadoras para depurar su acento, y está tan obsesionada que a veces sigue hablándolo mientras duerme. En vísperas de su estreno hizo una crisis de fiebres durante toda la noche y no durmió más de una hora. «Fue uno de los momentos más extenuantes de mi vida», dice. «Lloré casi toda la noche pensando que no iba a ser capaz».

¿De qué se extraña? Shakira parece haber olvidado demasiado pronto que ese vértigo indomable nació con ella, y quiera Dios que la acompañe hasta su más tierna vejez. Es la hija única de un conocido joyero de Barranquilla, don William Mebarak, y su esposa, doña Nydia Ripoll, una familia de ascendencia árabe tutelada por los ángeles de las artes y las letras. La precocidad descomunal de Shakira, su genio creativo, su voluntad de granito y una ciudad natal propensa a la invención artística solo podían ser los gérmenes de un tan raro destino. Sus primeros años parecen saltos de décadas. Sus cronistas aseguran que a la edad de diecisiete meses recitaba el abecedario, a los tres cantaba los números, a los cuatro bailó la danza del vientre sin maestro en una escuela de monjas de Barranquilla, donde un funcionario sibarítico de los años treinta quiso erigir un monumento consagrado al culto de Shirley Temple. A los siete años, Shakira había compuesto su primera canción. Entre los ocho y los diez escribió sus primeros versos, y sus primeras canciones con letra y música originales. Por la misma época firmó su primer contrato para entretener a los obreros en las minas de carbón de El Cerrejón, en la alta Guajira. Aún no había comenzado bachillerato cuando una empresa disquera le grabó su primer disco. «Siempre estuve muy familiarizada con mi capacidad de crear —dice—, recitar poemas de amor, empecé escribiendo cuentos y sacaba muy buenas notas, excepto en matemáticas». Sin embargo, le aburría a morir que los amigos de sus padres la obligaran a cantar en las visitas. «Prefiero una multitud de treinta mil personas que cinco gatos escuchándome cantar con la guitarra», dice. Con su rostro de niña perfecta y su engañosa fragilidad, tuvo siempre la certeza absoluta de que iba a ser un personaje público de resonancia mundial. No sabía en qué arte o en qué parte, pero no tenía una sombra de duda, como si estuviera condenada al fatalismo de una profecía.

Hoy el sueño está más que cumplido. La música de Shakira tiene una impronta personal que no se parece a la de nadie, y nadie la canta ni la baila como ella a ninguna edad con una sensualidad inocente que parece inventada por ella.

Se dice fácil: «Si no canto me muero». Pero en Shakira es cierto: si no canta no vive. Lo único que le devuelve la paz del espíritu es la soledad en medio de las muchedumbres. Una vez en el escenario no tiene el temor escénico, sino todo lo contrario: el terror de no estar allí. «Me siento —dice— como un león en la selva». Es uno de esos pocos espacios donde tiene la oportunidad real de mostrar lo que es, lo que ha sido, y lo único que será sin duda hasta la muerte. Es el caso ejemplar de una fuerza telúrica al servicio de una magia sutil. La mayoría de los cantantes se hace poner las luces de frente para no enfrentarse al fantasma de las muchedumbres. Shakira escogió lo contrario. Ha instruido a sus técnicos para que no instalen las luces fuertes contra su cara, sino que las vuelvan hacia el público, para que ella pueda verlo y vivirlo mientras canta. «La comunicación es total», dice. La muchedumbre anónima e impredecible no solo le revela entonces una complicidad del corazón que la actriz va moldeando a medida que actúa según los pálpitos de su inspiración. «Me gusta ver los ojos de la gente cuando canto para ella», dice. Algunas caras que no ha visto nunca las descubre entre el público y las recuerda para siempre como si fueran de viejos amigos. Una vez, de improviso, reconoció a alguien que había muerto desde hacía años. Y más aún: se sintió reconocida desde otra vida. «Canté toda la noche para él», dice. Son milagros secretos que hacen la gloria —y muchas veces el desastre— de grandes artistas.

El fenómeno más entrañable en la vida de Shakira es la contaminación masiva de las muchedumbres infantiles. Cuando apareció “Pies descalzos”, los publicistas decidieron promoverlo en los intermedios de los conciertos populares del Caribe. Tuvieron que cambiar de idea, porque el público juvenil se lanzaba al ruedo para bailar y cantar con Shakira y solo quería más de lo mismo para el resto de la noche. Hoy es un fenómeno digno de una cátedra magistral. Las escuelas primarias de cualquier nivel social se han convertido en donaciones masivas de Shakiras, vestidas, habladas y cantadas como ella. Más curioso aún: la fiebre más alta está en el promedio de las niñas de seis años. Las grabaciones piratas de Shakira son moneda corriente en los cambalaches de los recreos y se venden a dos por cinco en las puertas de las escuelas. Los adornos de sus cabellos, sus collares y aretes se agotan al salir, y en los mercados se venden al por mayor las anilinas para cambiarse los colores de las trenzas según la moda del día. La heroína de la escuela es la primera que aparece en clase con el disco. Los grupos de estudio más concurridos se convocan en casas particulares, y al cabo de un repaso rápido de la tarea empieza el pandemonio. Los cumpleaños son fiestas de Shakiras, en las que solo se canta y se baila a Shakira. En las más puristas —que no son pocas— no hay hombres invitados.

Es difícil ser lo que Shakira es hoy en su carrera, no solo por su genio y su juicio, sino por el milagro de una madurez inconcebible a su edad. Cuesta trabajo entender semejante poder de creación compatible con sus trenzas negras de ayer, las rojas de hoy, las verdes de mañana. El año próximo será suyo: está previsto que entrará en discos y en vivo en los vastos mercados de Europa, Estados Unidos, Asia y África, donde millones de fanáticos la esperan cantando sus canciones en numerosos idiomas. Tiene más premios, trofeos y diplomas que muchas veteranas grandes. Se ve que es como ella quiso ser: inteligente, insegura, recatada, golosa, evasiva, intensa. Barranquillera de hueso colorado, desde el mundo entero y desde las nubes de su Olimpo añora las huevas de lisa y el bollo de yuca, y una casa de techos muy altos que no ha podido comprar frente al mar, con dos caballos y mucha tranquilidad. Adora los libros, los compra, los acaricia, pero no tiene el tiempo que quisiera para leerlos. Anhela a los amigos que se le quedan en los adioses apresurados de los aeropuertos, pero sabe que no será fácil volver a verlos.

Sobre el dinero que ha ganado, dice: «Tengo menos de lo que dicen y más de lo que yo digo». Su sitio predilecto para oír música es el automóvil cerrado, a todo volumen, sin molestar a nadie. «Es el lugar ideal para hablar con Dios, hablar conmigo misma, tratar de entender», dice. Confiesa que odia la televisión. Dice que su contradicción más grande es creer que existe la vida eterna pero siente el terror insoportable de la muerte, por la pérdida de los sentidos.

Hubo épocas en que concedió hasta cuarenta entrevistas diarias sin repetirse. Tiene ideas propias sobre el arte, la vida terrenal y la eterna, la existencia de Dios, el amor o la muerte. Sin embargo, sus entrevistadores y publicistas ocasionales se han empeñado tanto en que las explique, que la han vuelto experta en respuestas fugitivas, más útiles para escamotear que para revelar. Rechaza toda idea relacionada con la fragilidad de su fama, y la exasperan las versiones de que puede perder la voz por sus supuestos abusos. «En plena luz del mediodía —dice Shakira— no quiero pensar en el ocaso». De todos modos, los especialistas lo ven como un riesgo improbable, pues su voz tiene una colocación natural capaz de sobrevivir a sus excesos. Ha tenido que cantar agotada por las fiebres, ha perdido el conocimiento por cansancio, pero nunca ha sufrido la mínima alteración de la voz.

«La peor frustración de un cantante —dice con su impaciencia final de entrevistada— es haber escogido la carrera de hacer música y no hacer más música todos los días por estar haciendo entrevistas». Su tema más resbaladizo es el amor. Lo exalta, lo idealiza, y es el alma y razón de sus canciones, pero lo elude con humor en la charla personal. «La verdad —dice a carcajadas— es que le tengo más miedo al matrimonio que a la muerte». Acepta de buen talante haber tenido cuatro novios visibles, y por lo menos tres en la penumbra. Llama la atención que parece haber tenido los que correspondían a su edad, pero ninguno a la altura de su madurez. En cambio, el cantante puertorriqueño Oswaldo Ríos, el mayor de todos, parece haber sido el menos maduro. Shakira habla de ellos con afecto pero sin dolor, y parece recordarlos como a seis fantasmas efímeros que uno tras otro se le habían ido quedando colgados en el ropero. Por fortuna, no hay motivos para desesperar: el próximo 2 de febrero, bajo el signo de acuario, Shakira cumplirá —apenas— sus primeros veintitrés años.

Recomiendo: Taller de Escritura, por Eleonora Marinelli

24 abril 2023

La siempre genial Eleonora Marinelli dicta su Taller de Escritura: recomendadísimo!!

Si no sabes lo que es ChatGPT, perdiste el tren. Ven, sube de nuevo, por Karina Hovaghimian

19 abril 2023

Photo by Aideal Hwa on Unsplash

El lanzamiento de ChatGPT el último 30 de noviembre marcó una etapa nueva en el desarrollo de tecnologías lingüísticas. Es la primera vez que un sistema de Inteligencia Artificial de búsqueda levanta tanta polvareda: un aluvión de artículos sobre él, tanto en la prensa especializada como en la general. ChatGPT (u OpenAI, la empresa que desarrolla ChatGPT, o las dos) son constantemente tendencia en Twitter hasta hoy.

¿Y por qué tanto estruendo? ¿Las capacidades de ChatGPT establecen un cambio significativo en relación con las tecnologías anteriores, capaces de generar textos?

Claramente, ChatGPT ha logrado un salto cualitativo: es capaz de responder, en general, de manera muy acertada a casi cualquier demanda lingüística. GPT2 y luego GPT3, los modelos anteriores de lenguaje puestos a punto por OpenAI, ya eran muy buenos generando textos a partir de algunas palabras o frases. Por supuesto, muchos críticos de esta IA se han referido a ella como “loros estocásticos”, es decir, que repiten lo que encuentran en la gran base de datos que es Internet, combinando el material de una manera aleatoria. En efecto, es cierto que estos sistemas crean textos a partir de partes de frases que extraen de Internet; sin embargo, no repiten los extractos palabra por palabra, por el contrario, producen un texto original retomando, parafraseando y combinando los distintos elementos que encuentran.

Ahora el ChatGPT retoma estas características de sus “hermanos mayores” y agrega la parte de “chat” (diálogo) que le da una dimensión totalmente diferente y a veces impresionante. El sistema no solo genera un párrafo a partir de una frase; ahora es capaz de contestar correctamente tanto preguntas simples como complejas, puede ofrecer datos razonados, expresarse en distintos idiomas y analizar o producir un código informático, entre otras capacidades.

¿Por qué ChatGPT llegó con tanto alboroto? ¡Simplemente porque funciona! La mayoría de las personas lo utiliza por curiosidad, para divertirse, para obtener información o para generar algún tipo de texto, y para todo eso, ChatGPT responde.

Este sistema no solo se beneficia por la publicidad de boca en boca, sino por su utilización que lo va perfeccionando. Si un usuario señala que la respuesta no es buena o le exige otra respuesta teniendo en cuenta un elemento adicional, el sistema responde y va almacenando toda esa información para perfeccionarse y afinar la respuesta para la próxima vez que le formulen una pregunta similar. Millones de personas que “juegan” con ChatGPT lo van perfeccionando.

Otras empresas también podrían haber lanzado un sistema inteligente de diálogo (chat). Por ejemplo, Google cuenta con datos diferentes, pero sin duda igual o más útiles para este tipo de sistemas. Así y todo, ha sido lanzado por OpenAI (Microsoft), quien entonces, por ahora, lleva la delantera.

A pesar de ello, la empresa ha puesto su atención en desactivar las trampas que pudieran arruinar en pocas horas este tipo de aplicaciones. El sistema rechaza, por ejemplo, el pedido de información de cómo crear una bomba, de producir textos eróticos o de expresar sus sentimientos (responde frecuentemente que es una máquina y que no tiene ni sentimientos ni personalidad). La empresa ha cuidado este “blindaje” para que la mala prensa no los obligue a darlo de baja.

ChatGPT sigue en línea y generando sorpresa y admiración en el público. Sin embargo, surgen muchas preguntas: ¿Cuál será el verdadero impacto de ChatGPT? ¿Qué otras aplicaciones derivarán de él? ¿Cuál es el próximo paso de la empresa OpenAI cuyo mayor inversor es Microsoft?

Sí, me fascinan los avances tecnológicos y también me hacen pensar en cuáles serán los trabajos del futuro. Qué vértigo. Me imagino que los creativos y los tecnológicos. Aquí les dejo mi primer “diálogo” con ChatGPT.

K:      ¿Algún pensamiento interesante para hoy?

Ch:   Por supuesto, aquí te dejo una reflexión interesante para hoy:

          “La felicidad no es algo hecho. Viene de tus propias acciones.”

Dalai Lama

Este pensamiento nos recuerda que la felicidad no es algo que se nos da o se nos quita, sino que es algo que podemos cultivar a través de nuestras acciones. En lugar de esperar que las cosas buenas lleguen a nosotros, podemos tomar medidas para crear nuestras propias oportunidades de felicidad; ayudar a los demás, hacer ejercicio, practicar la gratitud y buscar formas de mejorar la propia vida y la vida de quienes nos rodean. ¡Completito, con explicación por si no nos quedó claro!

¡Empaquen, nos vamos a las zonas azules!, por Karina Hovaghimian

6 abril 2023

Veamos cuán lejos estamos de la vida en Nicoya (Costa Rica), Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón), Loma Linda (EE.UU.) o Ikaria (Grecia) donde la gente “olvida morir”.

Image. Thanks to strongtowns.org

Hace más de 10 años, Dan Buettner, explorador del National Geographic, recorre el mundo buscando centenarios. Así es como descubre cinco lugares sobre la Tierra donde la esperanza de vida es llamativamente alta: las zonas azules. ¡Bienvenidos al mundo de los super centenarios!

En el año 2000 Dan Buettner, el Dr. Gianni Pes de la Universidad de Sassari en Italia y el Dr. Michel Poulain, demógrafo belga, descubren que la provincia de Nuoro en Cerdeña tiene la mayor concentración de hombres centenarios del mundo; marcan esa zona con tinta azul en el mapa definiéndola como la “zona azul”.

Las personas no solo alcanzan los 100 años, sino que lo hacen con mucha vitalidad. He visto hombres de 102 años ir a trabajar en bicicleta, cortando madera y capaces de superar a un hombre 60 años más joven que ellos.” Dan Buettner.

Más tarde, identificaron otras poblaciones con los mismos índices de longevidad. Así, descubrieron que las mujeres de mayor edad del mundo están en la isla japonesa Okinawa; que, en la península de Nicoya en Costa Rica, son 100.000 las personas con una tasa de mortalidad inferior a la normal; que en Loma Linda, California, existe una comunidad religiosa donde la esperanza de vida sobrepasa la media americana por 10 años; por fin, los habitantes de Ikaria en Grecia, alcanzan los 90 años a una tasa dos veces y media superior a la de los norteamericanos. Lo más llamativo es que estos isleños griegos viven de 8 a 10 años más, sin padecer cáncer o enfermedades cardiovasculares y sufriendo menos depresión y demencia al envejecer.

A Dan Buettner, como a mí, nos interesa particularmente los puntos en común que tienen estas culturas alejadas geográficamente y así conocer la “receta mágica” de su longevidad. Tal vez no todos quieran llegar a los 100 pero… ¿quién no quiere envejecer sano?

La primera similitud entre estas poblaciones, es que no hacen deportes en el sentido occidental de la palabra. No se encierran en un gimnasio tres veces por semana y al salir dicen: “¡uf, cumplí!”. En su lugar, sus vidas están organizadas de manera que hacen actividad física constantemente. Las mujeres de Okinawa se levantan, se agachan y se sientan en el piso unas 30 o 40 veces por día. Los Sardos viven en casas verticales, suben y bajan las escaleras diariamente; suelen ser pastores, por lo cual se pasean con sus rebaños. Los centenarios de Costa Rica, en Nicoya, trabajan largas horas en las tierras de las granjas o en los bosques. Todas estas poblaciones caminan regularmente, actividad que ya está comprobado que impide el deterioro cognitivo. Además, todos tienen un jardín que mantener.

¡Vamos, a ponernos las pilas! ¿Quién no ha esquivado una escalera, subido a un ascensor por un solo piso o buscado el estacionamiento más cercano al lugar de destino; quién no ha tomado un taxi por unas cuadras o usado la bicicleta de perchero?

Hay más aspectos en común. Aquí viene el gran tema, tal vez el más complicado… La alimentación. La investigación sobre las Zonas Azules ha descubierto que a pesar de las diferencias alimenticias de base en cada zona por razones geográficas y culturales, todas tienen puntos en común. Y aquí se nos complica a varios de nosotros… En las cinco zonas azules, los alimentos consumidos son locales, naturales y no procesados. Bueno, tranquilos, siempre algo se puede hacer. Los quesos Sardos están hechos gracias a cabras que se alimentan de pasto y no de maíz industrial. Y tal vez lo próximo los anime más, pero con moderación, hic… Beben uno o dos vasos de alcohol por día: vino tinto local en Cerdeña y la isla griega de Ikaria y saké en Okinawa, a excepción de la comunidad religiosa de California donde casi nadie bebe alcohol. ¡Bienvenidos los antioxidantes!

Otro punto importante es no comer hasta reventar. En Japón, antes de cada comida dicen “Hará Hachi Bu” que significa “coma al 80% de su capacidad”. En efecto, ya sabemos que el cerebro tarda 20 minutos en enviar la señal al estómago de que su necesidad fue saciada. El “Hará Hachi Bu” ayuda a los japoneses a comer hasta que no tengan hambre y no hasta que estén llenos. Esta filosofía de hace 3.000 años, logra que los habitantes de Okinawa consuman solamente 1.900 calorías por día, mucho menos que las 2.358 que consumimos las poblaciones occidentales. Probemos poner un freno y dejar que la información que llega al cerebro sea “sacié mi hambre” y no “estoy a punto de explotar”.

Hablemos del estrés. Este tema también es complicado para Occidente.

Lejos del ritmo de vida desenfrenado de nuestras sociedades modernas, estas poblaciones se toman el tiempo para desacelerar. Además, los Sardos y los adventistas (la comunidad religiosa californiana), rezan cotidianamente mientras que, en Okinawa, veneran a sus ancestros. Los habitantes de Nicoya, en Costa Rica, hablan del “plan de vida” para describir el sentido de la vida. En la isla de Okinawa, los días transcurren al ritmo de un concepto espiritual que tal vez hayan oído: “ikigai”, la razón por la cual nos levantamos cada mañana, el sentido de nuestra vida. El “ikigai” tiene cuatro ingredientes importantes: lo que nos gusta, lo que sabemos hacer bien, lo que el mundo necesita y lo que se puede monetizar. Si podemos juntar los cuatro, encontramos nuestro “ikigai”. Es decir que la espiritualidad ocupa un lugar importante en sus vidas.

Otro punto interesante es el concepto de, “para vivir mejor, vivamos juntos”. De hecho, las relaciones sociales son el pilar central de todas estas comunidades centenarias. Culturalmente, en las cinco poblaciones, la vejez es valorada por la sabiduría que aporta.

Sus familias están antes que todo, cuidan a sus hijos y a los mayores. Forman parte de comunidades religiosas, lo que agrega entre 4 y 14 años de vida si usted asiste cuatro veces por mes. Pero lo más importante, es que pertenecen a una buena tribu. Sea que hayan nacido en una o que se rodeen deliberadamente de buenas personas.” Dan Buettner

En Cerdeña y en Costa Rica, la tradición cultural celebra las personas de edad y las mantiene comprometidas dentro de la comunidad y en las familias. Preservar a los ancianos dentro del núcleo familiar no solo los beneficia a ellos, sino también a los nietos que tienen una tasa de mortalidad y enfermedad más baja estando vigilados.

En fin, para vivir más tiempo y bien, no es necesario hacer un régimen de seis meses o esperar que el progreso tecnológico nos transforme en cyborgs resistentes a todo. Sepamos rodearnos de amigos fieles e inspiradores que nos alienten a lanzarnos a modos de vida energéticos y resilientes.

Si lo piensan bien, la amistad es una aventura a largo plazo y es, sin duda, lo más importante que podemos hacer para agregar años a su vida y vida a sus años.” Dan Buettner

Photo by Tim Mossholder on Unsplash

Taller de Escritura Consciente: una secuencia hacia la felicidad y la transformación en 8 actos, 2do. acto, por Ana Quiroga

3 abril 2023

© enginakyurt, 123RF Free Images

Taller de Escritura Consciente: 1er.. acto

Taller de Escritura Consciente: 2do. acto

Todos tenemos una historia que contar

No existe una sola persona que no haya vivido experiencias que merezcan la pena ser compartidas. A lo largo de mis años al frente de grupos de talleristas, me he encontrado con quienes me han dicho, por ejemplo, ¿te parece interesante que cuente mi experiencia en Berlín en los años sesenta? O también, ¿alguien querrá leer sobre mi infancia en Ushuaia, la ciudad más austral del mundo?

Es normal, a cada uno de nosotros nos parece que nuestra propia vida no es particularmente singular y sin embargo lo es. Incluso aquellos que han transitado una vida en apariencia monótona o ‘común’. Como bien dice Grace Paley, la hoy aclamada escritora norteamericana, “la vida cotidiana, la vida en la cocina, la vida con los niños, era lo que me había sido dado, era lo mío, y era el comienzo de mi buena suerte, aunque yo aún no lo sabía”.

Ana Quiroga

Escritura Consciente

Instagram: escritura.consciente.aq

+ info sobre Taller de escritura: quiroga.ana@gmail.com

Madrid, 2023.

Grandes ciudades, ¡hasta pronto!, por Karina Hovaghimian

29 marzo 2023

Por mucho tiempo, las grandes urbanizaciones fueron un imán de aspiraciones y sueños. Hoy, a pesar de las ventajas que ofrecen, ya no forman parte de los anhelos, sino más bien de lo que no queremos.

Image by Mario Ohibsky from Pixabay

Hace ya varios años el flujo de habitantes cambió de sentido. La gente junta sus recuerdos, se viste de aventurero, visualiza su vida en la naturaleza, respira hondo y parte hacia las afueras dejando atrás la rueda del hámster: metro, trabajo, dormir, metro… que parece no detenerse nunca. Hay algunas causas comunes a todos los que deciden esta aventura. La maleta es el final de un proceso. Muchas familias buscan disfrutar de la naturaleza y también de más metros cuadrados para criar a sus hijos. En nuestro hábitat natural todo encaja, todo tiene sentido; cuerpo y mente, agradecidos. La mayoría de los que parten en auto y llegan a caballo, se escapan de lo mismo: una vida acelerada sin freno y sin sentido por calles dudosas cada vez más contaminadas de polución, ruido y más aún, de indiferencia, malhumor y agresión.

Este fenómeno de migración hacia zonas más rurales viene pasando hace ya varios años y la Pandemia del COVID’19 no hizo más que exacerbarlo. “Si voy a trabajar desde mi casa, ¿por qué vivir entre cuatro paredes e impuestos caros?” Esto produjo una oleada de gente redistribuyéndose de una manera sorprendente. Me parece muy interesante que un virus nos haya llevado a vivir más sanamente y también a despejar la aglomeración de gente en las grandes ciudades para los que quieran quedarse allí. Como digo siempre “también hay perlitas en las tragedias”.

A veces, el impulso para emprender la retirada se produce al final de un largo proceso de cansancio. Otras veces, el estímulo de “huir” viene después de un hecho puntual, pesado emocionalmente, que destraba un sueño que estaba dormido y que parecía una fantasía o, simplemente, crea de golpe un proyecto nuevo producto del cimbronazo.

Todo muy lindo, ¡vamos al campo! Sin embargo, al hablar de una familia o una pareja, el consenso puede ser un obstáculo. Uno quiere una vida más saludable donde siempre soñó estar y otro tiene el trabajo que siempre quiso, en la ciudad, en pleno centro. Bueno, eso requerirá de tiempo, conversaciones y un mínimo de entendimiento para programar algo a futuro. Para evitar futuros reproches, nadie convence a nadie. Bueno, alguna fotito se puede mostrar; pero cada uno que se haga cargo de su proceso de decisión, reflexión sobre su futuro y elección de un nuevo proyecto. Es fundamental el tener ganas de reinventarse, arriesgarse y apoyarse en todos los pilares que nos aportan energía y bienestar. Fomentar como los daneses, los momentos Hygge que aportan energía. Este tipo de desafíos nos descubren capacidades que no conocíamos, nos enfrentan con nuestra esencia, con alguien que, de otra manera, no aparecería.

No hay un momento ideal para emprender cambios de vida radicales. Todo comienza con una idea que parece muy “loca” y que, sin darnos cuenta, a fuerza de pensarla se convierte en un sueño, que a su vez un día decidimos pasarlo a la columna de “Proyectos”. Ahí comienza la adrenalina, la visualización y una energía que no sabíamos que existía. Vamos por las ideas más locas; quién sabe a quién encontraremos.

Taller de Escritura Consciente: una secuencia hacia la felicidad y la transformación en 8 actos, por Ana Quiroga

29 marzo 2023

Taller de Escritura Consciente: 1er. acto

Todos podemos escribir

Una de las preguntas recurrentes de las personas que se acercan a mi taller y no tienen experiencia previa de escritura, es cómo saber si podrán escribir, si tienen talento, si el taller les dará lo que suele llamarse ‘madera de escritor’.

La buena noticia es que todos, absolutamente todos, podemos escribir. En mis más de treinta años de experiencia dictando clases de escritura y talleres literarios para gente de todas las edades, jamás encontré una persona que no pudiera escribir. Se trata, como en tantas otras cosas, de práctica.

Mi tarea consiste, precisamente, en ofrecer las técnicas adecuadas para que quien lo desee logre expresar el maravilloso -y siempre infinito- universo que lleva dentro de sí. Cada vez que un alumno recibe un premio literario o publica su libro, es un galardón a mi trabajo.

Ana Quiroga

Escritura Consciente

Instagram: escritura.consciente.aq

+ info sobre Taller de escritura: quiroga.ana@gmail.com

Madrid, 2023.

El «hygge», la receta danesa para la felicidad, por Karina Hovaghimian

24 marzo 2023

Una cena entre amigos, un chocolate caliente frente a la chimenea, una tarde lluviosa de Netflix, estos momentos deliciosos que ofrecen bienestar y confianza tienen un nombre en Dinamarca: hygge. Una filosofía de vida bastante eficaz ya que el país escandinavo encabeza hace ya varios años la lista de países más felices del mundo, según el World Happiness Report publicado por las Naciones Unidas. Entonces, ¿la felicidad se encuentra en un par de medias gruesas de lana?

¿Se trata de sobrevivir al invierno? En los Estados Unidos existe una palabra que podría aproximarse y es una más que muchos países toman prestada del inglés. Cocooning. Sería arroparse o encerrarse a disfrutar del calorcito familiar. Sin embargo, no es una palabra que exista en muchos idiomas. Tal vez esto se debe a que en los países nórdicos el sol se escapa a las 3 pm; son períodos largos en los que las personas comparten momentos en familia o con amigos. Y el permanecer tanto en sus casas, también explica la importancia que le dan a la decoración.

¿En qué consiste entonces la receta danesa? ¿En ignorar los problemas? De ninguna manera. La propuesta es buscar más momentos hygge, de plenitud, de calidez, de compartir con nuestros seres queridos, de alegría y disfrute para luego tener la fuerza de afrontar los problemas. Sin embargo, esto no significa que los daneses no sufran la melancolía del domingo por la tarde; la diferencia es que ellos hacen un culto de los buenos momentos. Le dan tanta prioridad como en otros países se le da al deporte, a la meditación o a la lectura. Por ejemplo, en Dinamarca se ven velas encendidas en las casas pero también en los bancos, tiendas y en los colegios. Es el país de mayor consumo de velas por habitantes, 6kg por persona por año. El símbolo por excelencia de la calidez. Tal vez el hygge se fue expandiendo desde Dinamarca. Después de todo, con tantos viajeros, tarde o temprano todo llega a todos lados. Hace ya algunos años hay una corriente mundial de “disfrutadores del momento”. Quieren viajar más, trabajar desde su casa, no tener un jefe y no estar mucho en un mismo trabajo. ¿Será que estamos aprendiendo el culto al hygge?

Fundación Mapfre: Cultura en Movimiento

14 febrero 2023

Queridos amigos,

aquí les comparto esta colaboración mía en Fundación Mapfre, dentro del ciclo Cultura en Movimiento.

Se trata de escribir un texto a partir de una fotografía. 

En mi caso, me tocó en suerte la imagen de Madame Magassouba de la fotógrafa norteamericana Judith Joy Ross.

Espero que les guste.

Un abrazo de corazón desde el invierno de Madrid,

Ana

Aquí va el enlace:

https://www.fundacionmapfre.org/arte-y-cultura/arte-en-digital/cultura-en-movimiento/colaboracion-ana-quiroga-el-impetu-de-mis-ancestros/

Los 5 sentidos del periodista

7 febrero 2023

Ryszard Kapuściński (Polonia, 1932-2007), Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2003), es autor de La jungla polaca, Estrellas negras, Cristo con un fusil al hombro, Un día más con vida, El Emperador, La guerra del fútbol, El Sha, El Imperio, Ébano, Los cínicos no sirven para este oficio, Lapidarium IV, El mundo de hoy, Viajes con Heródoto y Encuentro con el Otro

Es considerado como el gran escritor de crónicas de guerra desde los lugares del hecho.

Invito a leer: Rryszard kapuściński, el cronista de la guerra y la pobreza